Nos enteramos por la prensa que en las Jornadas de Función Pública del 20 y 21 de septiembre 2022 la Consellera Bravo anunció un nuevo sistema de acceso a la Función Pública con aspectos altamente novedosos…. y preocupantes, que pasamos a relatar.
Leemos en la página web de GVA que se inicia esta experiencia para dos grupos muy concretos (cuerpos A1-01 de Administración General y A1-06, Ingeniería Informática), con previsión de convocatoria publicada para finales de este mismo mes y primer ejercicio para finales de enero 2023. todo ello junto con el anuncio que en el futuro las plazas de turno libre (que serán al menos el 50% de las futuras OPEs) seguirán este modelo.
Vamos a ver, estamos viendo unos procesos de “consolidación” donde hay un alto nivel de subjetividad en todos los grupos (especialmente los grupos A1 y A2) debido a que la práctica nos muestra que muchos OTS tienen criterios bastante extraños a la hora de eliminar preguntas o de valorar los méritos de las y los aspirantes. Casos como el de la ex directora de Función Pública pesándole el examen a una amiga, impune, o el de exámenes imposibles en ciertas áreas nos hacen temer una vuelta de tuerca a la ingeniería opositora a la que ya nos tienen acostumbrados.
No me quiero imaginar si esa subjetividad y falta de control se institucionaliza en un “Comisión Permanente de Selección con un 50 % de funcionarios y funcionarias dedicados en exclusiva al reclutamiento” (la palabra de la periodista seguro que no es casual, quieren soldados, no gente libre). En primer lugar quisiéramos saber quienes van a constituir el restante 50% cuando se supone que en aras de la “Igualdad, mérito y capacidad” debiéramos contar para ello con personal con cierta libertad e independencia del gobierno de turno. Y que mejor que funcionarios de carrera con probada independencia. Quisiéramos que se haga un ejercicio de prudencia y se establezca un organismo compuesto 100% con funcionarios de carrera, con gente que al día siguiente esté en una mesa de una consellería trabajando con compañeras y compañeros, no un cuerpo inaccesible elegido a dedo, nos tememos que permanente y que solo se relaciones entre si.
El segundo aspecto y más grave es el periodo de prueba que , parece ser, es el 50% de la nota y puede vetar que un opositor que ha pasado los dos primeros exámenes llegue realmente a convertirse en funcionario de carrera. En eso tenemos claro que el acceso a la función pública debe depender en todo caso del OTS correspondiente (no profesionalizado, compañeras y compañeros que luego veamos en los lugares de trabajo). El papel del tutor es alarmante. Si esta o este no ven con agrado a un aspirante pueden hurtarles información básica e obstaculizar que el aspirante supere los exámenes de la “segunda vuelta”. Es el triunfo de la subjetividad y una puerta abierta a que, después de la tortura de prepararse y aprobar exámenes, un opositor “non grato” se vea expulsado repetidamente del puesto que legítimamente ganó.
No solo eso, el mecanismo maléfico ya prevé el número de personas que se va a cargar. Cuando dicen “Superarán la primera fase tantas personas como plazas se hayan convocado más un 10% adicional “. Es decir, los aspirantes ya tendrán la cuenta de cuantos de ellos se quedarán en el dique seco, teniéndose que presentar el año siguiente de nuevo a la segunda fase. Una competición tipo “juegos del hambre” que no trae buenos presagios.
El curso se supone que te prepara para “un segundo ejercicio que, a su vez, tendrá dos partes:
• 1º parte sobre competencias generales, obligatoria pero no eliminatoria, en que las pruebas podrán ser dinámica de grupos, entrevistas conductuales estructuradas, etc.
• 2º parte sobre casos prácticos, obligatoria y eliminatoria, donde se tendrá que resolver uno o varios casos, directamente relacionado con el curso selectivo
Este segundo ejercicio supondrá un 50% de la calificación de la persona aspirante: un 10% las competencias generales, y un 40% la resolución de casos prácticos.”
Se supone que para esta segunda parte también habrá un organismo independiente, o todo lo independiente que pueda ser, de selección. Duro trabajo saber que, si o si, te has de cargar a ese 10% que se añadió al cómputo para no comprometer un número superior de plazas. Desde luego, la fase de tortura institucional ha conseguido dar una vuelta de tuerca para tener a los aprobados un año más saltando sobre ascuas. No es de extrañar que luego el perfil de funcionario obediente hasta la ilegalidad vaya en aumento.
Por otra parte, queremos llamar la atención sobre las plazas de las que nadie habla de la OPE del 2022. Esta se convocó en un principio con 588 plazas, de las que 353 se cubrirán por oposición libre sin fase de concurso de méritos y el resto por concurso-oposición habitual. En mitad de agosto se anula la OPE del 2022 y nos encontramos ahora con esta OPE Frankestein con solo la mitad del cuerpo. ¿que se ha hecho o se va a hacer de las restantes y exiguas 253 plazas de concurso-oposición? ¿no nos sorprenderán y nos darán la alegría que aumentan hasta las 353?, lo decimos por eso del 50%.
En todo caso, siguen saliendo OPEs minimalistas donde has de matarte año tras año para conseguir tu oportunidad, excepto si eres un fuera de serie o tienes acceso a una ayuda de las alturas. En las OPEs de los años 90 salían 500 plazas de media, y las y los que aprobamos no hemos salido tan mal, creemos. ¿Por qué se gasta tantos recursos y energía en unas pruebas retorcidas que suponen un auténtico infierno a la gran mayoría? ¿a que condenan a los centenares si no miles de interinos que ustedes NO HAN QUERIDO estabilizar en sus mal llamados procesos de estabilización?.
Dudo mucho que GVA consiga llegar al 8% de interinidad como exige la UE para cumplir la legalidad vigente. No son los únicos haciendo maniobras orquestales para conseguir lo que todos nos tememos: una administración pública a su medida, basada en hacer de la vida de las personas una continua yincana.
https://valenciaplaza.com/oposiciones-segunda-oportunidad-nuevo-modelo-pruebas